Incendio en la Catedral de Notre Dame

El pasado 15 de abril, el fuego destruyó casi por completo a la Catedral de Notre Dame. Hay diversas hipótesis sobre el origen del siniestro, pero una sola sobre la gravedad de sus consecuencias: se detectó un mal funcionamiento de las alarmas contra incendio.

Fuentes policiales afirmaron que el primer aviso se disparó sin detectar el lugar exacto en donde había comenzado el incendio. El guardia que se acercó, se fue al no ver evidencias del fuego.

Media hora mas tarde, se activó una segunda alarma que descubrió el primer foco de incendio, ya imposible de detener.

Estas alarmas no notificaron de inmediato a los Bomberos, sino que lo hizo un guardia luego de subir las escaleras y descubrir la gravedad de la situación. Todo ese tiempo perdido fue clave para retrasar las tareas de extinción y llegar a un resultado devastador, que se llevo consigo 800 años de historia.

El arquitecto que tuvo la tarea de supervisar el diseño del sistema contra incendios de la Catedral admitió que se calculó mal el punto de ignición de la madera de roble y lo que tardarían las llamas en expandirse, esto generó que las consecuencias sean mayor de las esperadas.

Hay quienes afirman que no se utilizaron rociadores para no alterar el diseño del lugar. Si bien había detectores de humo y calor instalados, falló el sistema de alarma y las consecuencias fueron irreparables.

Este ejemplo deja en claro lo importante que es contar con una red contra incendios mantenida de manera periódica, que sea la adecuada para el riesgo que posea cada lugar.

Aunque parezca lejana, esta situación puede trasladarse a tu empresa, industria o comercio, ya que una protección errada puede causar las mismas consecuencias, arruinando por completo tu fuente de trabajo.

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